INTRODUCCIÓN

El sentido de la danza trasciende la finalidad tradicional de ser un instrumento para el desarrollo de las actividades técnicas y artísticas en tanto en ella podemos disfrutar de una serie de valores que allí se trasmiten.

Como bien lo sabemos, el cuerpo es un instrumento demasiado importante para nuestra vida. Pues, el cuerpo y el movimiento no se basan en solo comunicar si no en centrar concepciones en la ciencia, en la sociedad y lo más valioso en la vida de cada ser humano.

Así mismo, se logra comprender desde el desarrollo de este trabajo que para la danza el cuerpo es la herramienta sensible, a través de la cual la investigación artística culmina en un sentido transmitido mediante un lenguaje corporal. Es el recinto en el cual el ser humano como artista materializa su espíritu y hace fascinante su cuerpo, en el instante en que inyecta y plasma su ser en un conjunto de movimientos coreográficos. Es aquí donde el cuerpo ríe y llora, que se emociona y desconsuela al revivir aquellos instantes, es él quien fomenta obstinadamente la pasión de vivir, siendo así tomada por Aristóteles la cárcel del alma.

Se reflexiona también sobre el verdadero sentido que el ser humano debe darle al cuerpo donde se desarrolle, como la forma de liberar por medio de la danza las distintas circunstancias de la vida que por motivo alguno coloca obstáculos, para la lucha máxima, así es donde entendemos que el cuerpo es escrito con danza.

Desde el aprendizaje adquirido, catalogamos la danza como una de las artes más ricas en cuanto a expresión y dinamización cultural, pues mediante su conocimiento se puede inferir la dinámica de las diferentes culturas y regiones, y mediante su práctica es posible redimensionar la expresividad cultural de todo un pueblo. Por tanto, como afirma Le Boulch (1997,129.) "la danza es la manifestación de una expresión espontanea individual desde sus orígenes, y antes de ser una forma de arte, fue una expresión espontanea de la vida colectiva."